Este verano estamos disfrutando de días soleados y poco calurosos, mezclados con días húmedos que saben a gloria y empapan las tierras para que las prantas sigan creciendo hasta su cosecha. Cuando el auga reaparece limpia los ríos, limpia las fuentes, limpia las calles, limpia los árboles, limpia el aire... nos límpia a nosotras.
Ahora os voy a contar uno de los mejores momentos que viví... fue desnuda, bajo la lluvia, al atardecer de un día frío de invierno. En ese momento todo quedó al margen, solamente había sentimientos. Primero fui consciente del agua que pisaba con mis pies, después de la tierra mezclada con la hierba, que al estar empapadas resultaban muy blanditas, incluso podías enterrar los pies fácilmente. Lo hice y comencé a sentir las gotas que caían por mi cuerpo, también las que impactaban en él traídas por el viento en diferentes direcciones. Entonces fui consciente del frío e instintivamente moví un pie, luego el otro, después los brazos, la cabeza, el tronco... En un rato estaba bailando bajo la lluvia, con gotas de todos los colores, texturas y sabores; que regaron mi alma además de mi cuerpo. Cada una era diferente a las otras y eran iguales entre sí, eran iguales a mí, yo era igual a ellas. Poco a poco nos fundímos y todo era todo, cuerpo, tierra, piel, aire, ojos, hierba, boca, lluvia... moviéndonos al mismo son... bailando en la lluvia, bailando con la lluvia.
Sin duda recomiendo a cualquiera que pruebe esta experiencia. Después lo mejor es entrar en casa, buscando fuentes de calor, como una toalla, una manta, otro cuerpo... y pasado un rato, tomar una ducha de agua caliente.
Disfrutad bailando con la lluvia ;)
Encarna Llor
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