Páginas

28 sept 2012

Historia de dos abortos

Hola :)

Muchas veces al pronunciar la palabra aborto vienen a nosotros diferentes emociones, casi todas producidas por nuestro aprendizaje, que depende mucho de nuestras vivencias, tanto las propias como las ajenas, que pasan a ser nuestras en el momento que las escuchamos.

Yo, quiero hablar de mi experiencia, de mis experiencias, de dos abortos completamente diferentes, de dos situaciones vitales e mortales al mesmo tempo.

Hace ahora tres años, decidí abortar, decidimos abortar yo y mi compañero. Fue una decisión dolorosa, aunque vivida desde una total racionalidad y muy poca conexión consciente con la vida que nacía en mi vientre. Cuando tuvimos la visita con la psicóloga, nos contó que si quisiésemos tenerlo, iba a ser muy complicado, puesto que yo tomaba una mediación para la tuberculosis que provocaría problemas en todo el desarrollo embrionario, resultando algunos incluso incompatibles con la vida. En el momento del legrado, el ginecólogo me confirmó que el aborto se habría producido de todos modos aunque no fuese de forma voluntaria. A mí en ese momento, me daba igual que estuviese justificado o no el aborto, yo tenía las ideas muy claras, lo que no tenía muy claro eran mis sentimientos. En lugar de escucharme, de permitirme sentir tristeza, pena, pérdida, duelo... quise seguir bien, era mi decisión, no tiña derecho a la pataleta. Y sin embargo, yo sufría mucho, muchísimo, por la vida que había dejado de crecer dentro de mí, por no haber acogido a ese ser que había formado parte de mí durante diez semanas (el tiempo que tuve que esperar para hacer el legrado). Durante el tiempo que estuvimos juntos, sin pretenderlo, se creó un vínculo, creamos un vínculo, tanto bebé conmigo, como bebé con mi compañero, como nosotras con bebé y también entre nosotras. Al bebé le llamamos Pepiño, y sin querer hacerlo, hablábamos con él, lo sentíamos, incluso nos despedimos de él. Todo esto pasaba sin que nosotros quisiéramos que pasase, o por lo menos, diciéndonos con la mente, que no había vínculo, que no nos daba pena, que tenía que ser así. Y así fue, y callamos nuestra verdad, lo llevamos todo en silencio, por miedo, por vergüenza, por arrepentimiento... por inconsciencia. Le ocultamos el mundo nuestra vivencia, nos la ocultamos a nosotras mismas, la ocultamos en nuestra intimidad, la ocultamos a nuestro ser, en lo más profundo, y acabó por convertirse en una parte más de nuestra sombra. Durante muchos años estuvo con nosotras todo ese proceso sin procesar, cada vez nacían más sentimientos, el grano de arena se convirtió en una playa, y todo por la negación del dolor, del amor, de cualquier sentimiento, de cualquier acción que provocase un desequilibrio. Quisimos borrar el suceso, y si algo aprendimos/aprendí, fue que las heridas no se pueden tapar, dejan cicatriz queramos o no, y hay que lamerlas para que curen.

Hace dos meses, tuve/tuvimos un aborto espontáneo. En éste caso estaba embarazada a los dos meses de comenzar a terne sexo sin precauciones, como dicen habitualmente, de intentar quedarme embarazada. En la séptima semana comencé con manchitas marrones y tardé unos días en ir al medico, cuando fui, se confirmó el embarazo con un test y al mismo tiempo tuve que ir a urgencias con amenaza de aborto. Fui, y me hicieron una ecografía vaginal muy invasiva. En ese mismo día y los siguientes, sangré como si me hubieran cortado, era sangre fresca, de color rojo. Al final el domingo fui a urgencias con un sangrado muy grande y ya no hubo marcha atrás, estaba en el proceso de expulsión del embrión. Me quedé en el hospital, me dieron pastillas para expulsar y al final me hicieron un legrado. Ésta experiencia fue vivida en todo momento, dos días después de la primera eco vaginal, hablé con bebé, Raio, ya que sentí que algo no iba bien, le dije que si no estaba bien, se podía marchar, y que si se quería quedar y luchar, yo estaba aquí para él. Unas horas más tarde comenzó un sangrado grande. Mientras esperaba a expulsar "los restos" todo fue bien, me despedí de Raio y apareció a su lado su hermano, Pepiño. Fue algo muy hermoso y emotivo, me permití el dolor y así encontré paz, me permití la pena y así encontré la alegría. En este caso, conté/contamos lo que pasó y como nos sentíamos, aprendí/aprendimos de ella, fuimos conscientes de como nos sentíamos, lo compartímos entre nosotras, disfrutamos mucho de esta experiencia. Comenzó un viaje a nuestro interior, un viaje muy profundo, que nos dio la oportunidad de sanar la experiencia anterior, de sanar muchas partes de nuestra sombra. Para nosotras, fue un regalo, una experiencia de vida y muerte, que trajo mucha vida y mucha muerte.

Le dedico ésta entrada a todas aquellas madres y padres que tienen hijas olvidadas, que siempre formarán parte da nuestra vida, que son nuestra vida. Y también a aquellos seres que estando poco tempo con nosotras, tanto nos enseñan. Gracias por estar aquí.

Abrazos uterinos <3

Día 27: fase premenstrual



No hay comentarios:

Publicar un comentario